¡Hola chicos!
Creo que ya les había mencionado el BlogTour del libro: La Historia de una Cenicienta. Es organizado por la editorial Genesis Publishing, con la cual colaboramos. Y bueno, esta es la tercer parada. (Si quieres ver las otras dos hace click aquí y aquí).
El objetivo es dar a conocer el libro y participando en el blogtour, podéis conseguir una copia digital del libro.
1. Seguir a todos los blogs del Blogtour. Les dejo los enlace a los otros blogs aquí:
- Cosmos Literario Juvenil. (Siguiente parada).
2. Comentar y ser participativo en todas las publicaciones que se harán esta semana. Como les dije, ya se han realizado dos paradas, allá arriba los links.
¡Entonces vamos a dar comienzo!
¿De qué va esta actividad?
Pues sencillo, lo que tenes que hacer es:
Extracto de un Capítulo.
Los participantes tendrán que combinar una banda sonora con lo que han leído en el texto, y señalar el enlace youtube del vídeo en los comentarios.
Los participantes tendrán que combinar una banda sonora con lo que han leído en el texto, y señalar el enlace youtube del vídeo en los comentarios.
Así de fácil, ya ven. Por lo tanto, les dejo a continuación el extracto que tenéis que leer. Luego solo deben dejarnos la url del video que crean que le sienta mejor.
Extracto del capitulo de La Historia de una Cenicienta:
...
-Julian-
Decir que
estaba impaciente era un eufemismo puro. Si mal soportaba que Costanza no se
hubiera puesto el vestido que mi abuela le había hecho entregar, pero que en
realidad yo había escogido para ella, verla bailar con él, bajo mis propios
ojos – después de mis recomendaciones y el acercamiento que se había producido
entre nosotros – me hacía hervir la sangre en las venas. Di unos pasos hacia
ellos, arreglando mi pelo, furioso y nervioso, tratando de controlar mi rabia.
Toqué el hombro de Abate, sabía que no estaba en condición de provocar un
escándalo; Pero no lo habría dejado coquetear con Costanza, no en mi casa, no
si hubiera podido evitarlo.
«¿Cambio?»,
pregunté con la voz más tranquila de la cual era capaz en ese momento, a pesar
de que por dentro me sentía como un volcán a punto de estallar.
«Si la
Señorita está de acuerdo...» Murmuró Massimiliano, observándome con una mirada
quemadera. Costanza asintió, pero noté la sombra fugaz que nubló por un
instante sus iris cuando se encontraron con los míos. Estaba celoso,
malditamente celoso. Por supuesto que no me gustaba que alguien invadiera mi
zona de caza, pero más que nada, estaba preocupado.
«Tenemos que
hablar.» Le susurré, acercándola más a mi cuerpo; Sin embargo, cuando sus dedos
rozaron mis hombros, tuve que contenerme para no besarla delante de todos. La
rabia que sentía, mixta a la atracción para la chica, eran como un fuego que me
quemaba bajo piel... Imparable. La tomé de la mano para alcanzar la salida.
«¿A dónde me
estás llevando?», me preguntó con un toque de aprensión, con una punta de un
sentimiento mucho más fuerte; ¿Quizás fuera excitación, la emoción que leí
claramente en sus joyas de oro?
«En un lugar
más tranquilo y sin toda esa gente.» La empujé hacia la cocina, cerrando la
puerta detrás de mí. La abuela había dado un día libre a la servidumbre, ya que
todo el servicio de la noche se había organizado en catering y yo estaba seguro
de que allí nadie nos habría molestado.
«Pensé de
haber sido claro con respecto a Abate.» Estallé, incapaz de detener mi rabia.
Costanza me miró a los ojos con su habitual aire de desafío, parecía sentir
gusto en contradecirme.
«Julian, tal
vez no entiendas una cosa... ¡Tú no eres mi amo, ni mi señor!» Ella respondió
áspera, tratando de zafarse de mi alcance.
«¡Lo sé!»
Contesté con el mismo tono, «Y luego, yo no soy esa clase de hombre... Tú
serías libre de hacer lo que quieras con cualquier otra persona...»
«¿En
serio?», preguntó con incredulidad, levantando una ceja.
«No, tal vez
no, pero el punto no es esto; ¡Sólo quiero protegerte!» dije, por enésima vez,
exasperado. Me sentía como una especie de superhéroe empollón que trata de
salvar de las garras del enemigo su damisela, la cual, en vez de darle las
gracias, le gustaba poner trabas.
«¿Protégeme
de qué? ¿Quieres hacerme creer que Max sea más peligroso de ti?» Estaba jugando
con mi orgullo masculino, estaba claro, pero ¿cómo demonios podía pensar con
lucidez cuando ese maldito collar, alrededor de su cuello no hacía más que
llamar mi atención sobre sus dulces redondeces? Me decidí a enviar mi
racionalidad de vacaciones, sólo por un momento. Sin previo aviso, la levanté
del suelo y la hice sentar en uno de los estantes azulejos de la cocina. El
vestido blanco se disparó, revelando una generosa porción de sus muslos de
ámbar. Puse mis manos en sus caderas y la besé.
-Costanza-
La respuesta
que Julian reservó a mi pregunta, hizo parecer Massimiliano como un cordero
manso y humilde. Yo no sabía qué hacer con él; siempre lograba sorprenderme y
me cogía desprevenida. Me esperaba una escena digna de los peores barrios, a lo
contrario, allí me tomó y me besó como si nada hubiera sucedido. Tenía que
estar enojada con él, ¡maldita sea! En cambio, yo no podía hacer nada más que
consentir a sus toques calientes y apasionados; anhelar su boca en la mía y
esos labios que me hacían perder totalmente el contacto con la realidad.
Insinuó una mano debajo de mi falda, acariciando mi pierna y haciéndome
temblar. Dejé mi cabeza contra la pared cuando derribó a lamer mi cuello con la
lengua. Lo odiaba, odiaba la forma en que me hacía sentir, sobre todo porque yo
nunca habría estado harta de ese tratamiento. Cuando fue casi segura de no
tener más maneras de escapar, como si se tratara de una intervención
providencial, toqué con el tacón del zapatillo, bajo el estante, el reloj para
el horno, presionando ese botón, comenzó a sonar como loco. Julian se vio
obligado a separarse de mí y yo tuve que recuperar el control de mí misma. El
“Jovencito”, gruñó con exasperación, presionando algunos botones al azar, hasta
que esa cosa se apagó.
Estaba
chalada. Murmuré a mí misma, con el conocimiento de la veracidad de esas
palabras que pesaba sobre mis hombros. ¡Bueno, el primer paso para curar la
enfermedad es admitirlo! Suspiré, frenando el deseo de pasar las manos por su
cabello suave y ligeramente despeinado. En cambio cedí a la curiosidad y a lo
que se había convertido en una prioridad para mí.
«Julian, no
podemos seguir así... Me gustaría poder confiar en ti, pero ¿cómo puedo hacer
eso si no me das una oportunidad?»
«No
entiendo, yo nunca te he dado motivos para dudar de mí.» Dijo, casi haciendo
pucheros.
«No es
eso... Sólo quiero saber por qué odias tanto a Max. Parece un buen chico, tal
vez apresure las cosas, pero...»
«¿Por qué
caemos siempre en el discurso de siempre? Tienes que saber que es un sorete, ¡y
eso es todo!» Respondió con nerviosismo.
«Si no
quieres decirme nada, entonces voy a seguir viéndolo, ¡y eso es todo!» Utilicé
sus mismas palabras.
...
¡Y ya, hasta ahí! Ahora lo único que les queda por hacer es buscar una canción y el vídeo y comentarla. Espero se animen, porque la actividad está buena y muy divertida.
Eso es todo, chicos, por hoy al menos. ¡Espero verlos participando mucho!
Nos leemos pronto.
Un beso,
Esther.
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