Futuros Escritores: Clover y Alas Negras

¡Hola chicos! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Yo vengo emocionada, porque como ya debéis saber, ésta es mi sección favorita del blog. 

Futuros escritores es nuestra sección en la que publicamos escritos, tanto de nosotras mismas, como de ustedes si así lo desean. El fin de este proyecto es fomentar el arte que sabemos que es la escritura. Además podrán opinar lo que piensen sobre los escritos publicados, siempre manteniendo el respeto, claro. 

Clover y Alas Negras

Clover, seudónimo con el que se conoce actual y únicamente a la autora de estos relatos, dueña y escritora del blog El Cuaderno de Clover. Clover es una joven española, que se considera apasionada del género romántico y gusta mucho de escribir sobre él. Actualmente reside en Barcelona, España. 

Alas Negras es un relato del genero de Fantasía Romántica. Actualmente consta de 5 capitulos o partes. Su extensión es indefinida por el momento. 

Alas Negras

I

«Agatha se encontraba durmiendo como podía en su cama, era una noche calurosa y bochornosa de agosto así que notaba como las húmedas sábanas se le pegaban irremediablemente al cuerpo. Ella luchaba para evitar todo el asfixiante ambiente sin poder conciliar el sueño. Como ya no podía aguantarlo más, se levantó abatida de su húmeda cama en busca de consuelo. Salió de su cama descalza y el frío de los azulejos del suelo supuso un bálsamo para sus pies que se encontraban ardiendo. Se dirigió a la cocina a por un vaso frío de agua y ni el frío casi helado de ese líquido logró apaciguarla un poco. Después se dirigió al comedor, levantó la persiana con cuidado y salió a su pequeño balcón. Aunque la temperatura tampoco era fresca, notó cierta brisa que logró reconfortarla un poco, se sentía tan incómoda con esa temperatura. Llevaba un par de días resultándole insoportable. Desde su balcón observó las luces de la ciudad, miles de pequeñas lucecitas desparramadas a lo largo de quilómetros y a ella llegó el ruido de coches y alguna sirena lejana. Esa era la magia de las grandes ciudades, siempre alguien despierto, siempre alguna lucecita en movimiento.

Agatha contempló el cielo con toda esa luz artificial, incapaz de alcanzar ver las estrellas, sólo un pálido y extenso manto negro de tonos púrpuras. Aquello le recordó tiempos pasados muy anteriores a ella, había visto ese cielo hacía mucho tiempo atrás, a través de otros ojos. Se acercó a la barandilla palpando el frío metal que ahora se encontraba algo húmedo, se agarró con fuerza a ella notando que le costaba respirar y se lamentó, a ese paso moriría ahogada esa misma noche.

Sólo necesitó un segundo para entender lo que le estaba ocurriendo y notar una punzada electrizante como un rayo penetrándola en lo más profundo. Su cuerpo acababa de avisarla, se dijo, por fin la habían encontrado y podría volver a casa. Conocía perfectamente al ser que acababa de llegar y se encontraba detrás de ella, aunque habían pasado muchísimos años a ella seguía resultándole completamente familiar. En realidad jamás lo había visto, no al menos siendo Agatha, tan sólo conservaba los recuerdos de sus antecesores, cada uno de ellos junto a su fiel sirviente Nua. Agatha se giró despacio, él se encontraba aún arrodillado, y pensó que seguía siendo tan delgado y pálido como si su piel pudiera emanar luz.

—Nua —pronunció Agatha con una fuerza que no le pareció la suya. Él levantó el rostro, seguía teniendo unos ojos demasiado azules para considerarse hermosos, tan claros casi como si se tratasen de dos bolas de nieve. Esos ojos asustaban a los humanos, quizá por qué parecía una mirada demasiada helada. La misma tosca cicatriz le afeaba el cuello, ella sabía perfectamente cuándo se la había hecho, protegiendo a una de sus antecesoras muchos años atrás. Vestía con sus usuales ropas oscuras, una cazadora de cuero pegada al cuerpo con unos pantalones de cuero. Él no pronunció palabra, sabía que Nua extrañamente hablaba, tan sólo se quitó uno de los múltiples anillos que llevaba en los dedos y se lo tendió a Agatha. Ese no era un anillo común, ella lo identificó nada más verlo. Agatha tendió su mano recogiendo el anillo, en ese momento las manos de él parecían tan delgadas y pálidas a su lado con unos dedos extremadamente largos. Ella observó su anillo de oro con una pequeña rosa de color carmesí en el centro, podía sentirlo, ese anillo la estaba llamando.

—Habéis tardado una eternidad en encontrarme —Nua no contestó a su dueña. Hacía años que Agatha había despertado de su inconsciencia y a ella habían llegado los recuerdos de todas sus vidas pasadas. Desde que eso sucedió representaba un peligro que siguiera viviendo entre humanos, ya hacía años que debería haber estado con los suyos.

Se colocó el anillo liberándose al fin de su asfixia, ahora podría ser completamente libre. Notó como su pecho se le llenaba de aire y por primera vez en toda su vida, se sentía viva. Sus alas negras se desplegaron, las tendió maravillándose de ellas y despertando al fin de ese largo letargo. Esa sería la primera vez que usaría sus alas, las observó a través de la ventana del balcón, alas de un opaco color negro para perderse en la mismísima espesura de la noche. Eran preciosas, pensó, exactamente como las recordaba.

Agatha se subió encima de la barandilla de ese balcón dispuesta a lanzarse hacia el primer vuelo pues sabía lo que tendría que hacer a partir de ese momento. Todas sus antecesoras se lo habían explicado en imágenes en sus sueños y en sus múltiples recuerdos. Notó como una mano helada le agarraba la muñeca, era Nua, observándola de pie.

—Debe vigilar, mi señora —ella se molestó, ese era su primer vuelo, para eso se le otorgaban sus alas. Le mandó una mirada desaprobatoria y él automáticamente la soltó como si quemara. Agatha sabía qué acababa de ver, ese era el don de su estirpe, dominarlos a todos. Sus ojos se transformaban en dos rubíes completamente rojos que obligaban a todo aquél que le había jurado fidelidad a mostrarle sumisión y obediencia. Lo hizo casi inconscientemente sin poder controlarse, su estirpe siempre había tenido un temperamento demasiado fuerte. A partir de ahora debería aprender a controlar todo su poder, podría descontrolarse y terminar dañando a gente inocente, tan sólo bastaba desearlo para inducir a cualquiera al suicidio. Agatha borró esa imagen de Nua, ella lo protegería, hacía mucho tiempo atrás que Nua había protegido a los suyos. Resultaba inquietante como un completo desconocido le pareciese tan familiar, pero así eran los dominantes, cada vez que fallecía uno nacía otro en su lugar poseyendo todo su conocimiento. Agatha guardaba en ella todos los pensamientos y conocimientos pasados, así que había visto a Nua jurar fidelidad a su familia en todas las formas posibles.

Con un leve tintineo se precipitó hacia el vacío y a partir de allí voló hacia su hogar, por fin volverían a casa, por fin Agatha tenía sus preciosas alas negras de nuevo».

Sí os interesa el relato y queréis saber más, ¡no lo dudes!, haz click aquí y visita el blog de Clover. 

De momento eso es todo. Espero que puedan leer el relato. Además, en el blog podéis encontrar mucho más relatos que seguro os gustan mucho. 

Y bueno, le deseamos todos los éxitos a Clover para que siga creciendo y escribiendo. También le agradecemos que nos haya considerado para ayudarla. 

Además les recordamos que si quieren que publiquemos algún escrito suyo en esta sección, pueden ponerse en contacto conmigo directamente via correo al: Justmyselfe@gmail.com y pongáis como asunto: Futuros Escritores. Además en nuestra pestaña en el menú, encontraréis mucha más información. 

Nos leemos en la próxima.

Un beso,

Esther.